aceleración

La aceleración progresiva de un vehículo es uno de los fundamentos que sustenta tanto una conducción verdaderamente eficiente como nuestra seguridad y la de los que nos rodean en la carretera. Además, también evita caras averías en nuestro coche.

 

Si no pisamos el acelerador progresivamente estaremos incurriendo en un despilfarro de combustible, un desgaste del sistema de inyección y, además, en un deterioro acelerado de los frenos, dado que la conducción agresiva suele traer aparejada una menor distancia de seguridad, que impide una actitud previsora del conductor.

 

  • Para alcanzar la marcha más eficiente, es decir, la más larga posible, tendremos que acelerar poco a poco, cambiando en el momento adecuado, es decir, tratando de conservar el régimen del motor entre las 1.000 y las 2.500 rpm.
  • Si empleamos acelerones bruscos para alcanzar la 5ª, con una conducción “típica de rally”, es decir, con acelerones bruscos entre una y otra marcha y el coche altamente revolucionado, derrocharemos combustible y el motor sufrirá considerablemente.
  • En tramos con pendiente o cuesta arriba, y siempre que se advierta con antelación, es bueno aprovechar la inercia del vehículo acelerando previamente con suavidad, cuando estamos en llano, para ganar velocidad y no hacer imprescindible una reducción de marcha.
  • En bajadas debe emplearse el mismo truco, usar el freno motor, o lo que es lo mismo, levantar ligeramente el pie del acelerador para aprovechar la inercia –siempre con una marcha metida- y una vez se aprecie que termina la cuesta abajo, volver a acelerar de manera suave y progresiva.
  • En carretera, velocidad uniforme. Es frecuente observar en viajes largos y por autovía o autopista cómo algunos conductores adoptan velocidades irregulares, y tan pronto circulan a 80-90 km/h como por encima de los límites establecidos. Esto da lugar a numerosos adelantamientos y, por supuesto, a aceleraciones erráticas, lo que empeora la media de consumo del vehículo.
  • La aceleración progresiva requiere de un buen control del pedal, es decir, de una postura del pie estable. Esto es positivo tanto para el consumo como para la mecánica, pues lo contrario provoca un desgaste de las piezas mecánicas.
  • En curvas se debe adecuar la velocidad del coche cuando se aborde su entrada, bien reduciendo, si son muy pronunciadas, bien levantando el pie del acelerador. Seguidamente, se acelerará progresivamente para trazarlas sin brusquedad o bien se mantendrá estable la marcha, dependiendo de las condiciones de cada caso.
  • En incorporaciones ahorraremos gasolina si en lugar de introducirnos en la autovía o autopista apurando la distancia con el coche que ya circula en la vía –y por tanto, tratando de ganar potencia rápidamente- esperamos el momento oportuno, cuando no circule ningún vehículo en el carril, e intentamos acelerar progresivamente para incorporarnos.

Una aceleración brusca tiene como consecuencia un mayor consumo de carburante y desgastes y averías en el motor del vehículo.



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