Utlización de las marchas

Uno de los pilares determinantes de la conducción eficiente es la adecuada utilización de las marchas, es decir, cuándo y cómo realizar el cambio para optimizar la fuerza del motor y no desaprovechar la potencia que acumula.

 

De manera general, y cuando se está acelerando, se debe cambiar lo más rápidamente posible hasta la marcha más larga en la que el motor circule con comodidad, es decir, en un régimen de revoluciones ni demasiado bajo ni excesivamente alto.

 

  • ¿Cuándo cambiar de marcha? En motores gasolina, debemos intentar alcanzar lo antes posible, en una marcha larga, un intervalo de entre 2.000 y 2.500 rpm. Si es diésel, oscilará entre las 1.500 y las 2.000 rpm.
  • Si hablamos de velocidades, lo ideal es cambiar a la 2ª marcha a los 6 metros o dos segundos como máximo, a 3ª a partir de los 30 km/h, a 4ª sobre los 40 km/h y a 5ª más allá de los 50 km/h. Aún así, estas son indicaciones generales, y variarán en cada coche.
  • Cuando deceleremos, tenemos que cambiar de marcha lo más tarde posible, y si es necesario corregiremos el ritmo de la marcha ligeramente con el freno.
  • La primera, sólo en el arranque. Es la marcha que proporciona más fuerza o energía al motor, pero también la que consume más carburante, con diferencia.
  • A partir de una velocidad, marchas largas. Diversos estudios confirman que a partir de una determinada velocidad emplear las marchas 4ª y 5ª sale a cuenta. Se calcula que a una velocidad de 60 km/h emplear la cuarta marcha en vez de la tercera supone ahorrar un 10% de gasolina o gasoil, mientras que si se hace en 5ª estaremos logrando ahorros de entre el 15% y el 20%, dependiendo de la cilindrada del coche.
  • Cuanto más potente, mayor impacto. Si su vehículo cuenta con una alta cilindrada notará aún más el ahorro de combustible si trata de conducir en 4ª, 5ª o incluso 6ª cuando le sea posible.
  • Pero cuidado con las revoluciones. Si introduce la 5ª por debajo de las 1.500 rpm estará siendo ineficiente e igualmente desperdiciará carburante. Tampoco le resultará sencillo alcanzar rápidamente marchas largas si su vehículo va muy cargado, o si está circulando por una vía complicada, pues necesitará más potencia, en previsión de una posible reacción rápida.
  • En ningún caso, por encima de las 2.500 rpm. La maniobra del cambio ha de hacerse con rapidez, y no debe exceder las 2.500 revoluciones. Una vez efectuada el vehículo debería volver a un régimen de motor adecuado, en el que no vaya forzado. En caso contrario, deberemos readecuar la marcha.
  • Cuando el tráfico es denso, se circulará con la 2ª marcha y se cambiará a la 3ª en cuanto se rebasen las 2.000 revoluciones, pues en ésta última se consumirá mucho menos carburante. Se intentará, no obstante, alcanzar la 4ª y 5ª en cuanto las condiciones del tráfico lo permitan.
  • Aprovechar el freno motor, es decir, dejar rodar el vehículo levantando el pie del acelerador, con una marcha engranada y valiéndose de su inercia, es una maniobra eficaz para circular a una menor velocidad sin desgastar los frenos. También mediante este recurso se hacen innecesarios los acelerones cuando queremos recuperarla. Sólo habría que reducir cuando sea estrictamente necesario; con una marcha más corta lograríamos una mayor fuerza de retención y, por tanto, una mejor reducción de la velocidad.
  • La utilización de marchas en un coche automático no depende tanto del conductor, que únicamente tendrá la opción en algunos modelos de adoptar la posición de conducción económica (ECO). De este modo, el control de la caja de cambios adoptará un comportamiento eficiente.
  • ¿Cómo pasar a una marcha más larga a revoluciones más bajas de las programadas en un sistema de cambio automático? Sólo hay que levantar ligeramente el pie del acelerador para, justo a continuación, acelerar con brío, sin hundirlo nunca al máximo.

Uno de los objetivos de la Escuela de Conducción de ALD, exclusiva para nuestros clientes, es lograr que los alumnos adapten su conducción a un estilo más eficiente y ecológico. 



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